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martes, 12 de julio de 2011

"Solo los Santos cambiarán el mundo"

Cuando uno descubre, en un determinado momento de su vida, que la felicidad sólo se encuentra en el Señor Jesús, se abre ante sus ojos todo un mundo nuevo de vida y realización. Acoger el don de la fe, tener una fe «tan preciosa como la nuestra»[1], como señalaba el Apóstol Pedro, nos introduce en una comprensión nueva de nosotros mismos, de quienes nos rodean, de la realidad toda. Nos lleva, en primer lugar, a un encuentro decisivo con Cristo, a ponernos delante de Él y reconocer a nuestro Dios y Señor, y a la vez reconocer en Él a quien es «el camino, la verdad y la vida»[2]. La experiencia de tan gran don nos lleva entonces a una respuesta decidida, que se traduce en un compromiso por ser santos. «A veces —señalaba el Papa Benedicto XVI— se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, llegar a ser santo es la tarea de todo cristiano»[3]. No hay tarea que sea más importante que nuestra propia santificación. Lo hemos reflexionado muchas veces, y sabemos que en esa respuesta generosa, en ese esfuerzo cotidiano por configurarnos con el Señor Jesús, se ancla nuestra felicidad y realización.

Llamados a cambiar el mundo
Vivir con radicalidad aquel «sed, pues santos porque yo soy santo»[4] al que nos invita el Señor se convierte entonces en el gran ideal de nuestra vida. Se trata de un camino de conversión personal, pero a la vez un compromiso que nos lleva a querer transformar todo aquello que en el mundo se opone al plan divino. A partir de esa experiencia del gran don que significa la vida en Cristo, nos vemos impulsados a comunicar las grandezas del amor de Dios a quienes nos rodean. Hoy, que vivimos en un mundo que se aleja cada vez más de Dios, el compromiso por la santidad nos lleva decididamente a querer cambiar el mundo. No se trata de una ilusión, o de un anhelo idealista, sino de una invitación universal con carácter de urgencia que asumimos cuando comprendemos a cabalidad el mandato del Señor Jesús: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes»[5].
Quien tiene al Señor Jesús como la perla preciosa[6] por la cual se ha dado todo, experimenta en su corazón todas las riquezas del tesoro de la fe. Quien arde en amor por Cristo, quien hace del Señor el centro de su vida, se abre a aquella experiencia de amor infinito, y brilla en su corazón la luz de Cristo. El hombre o mujer que tiene aquella luz que ilumina la humanidad comprende que no debe ocultarla debajo de una pantalla[7], por el contrario, debe alzarla lo más alto posible para iluminar a la mayor cantidad de personas. El amor auténtico nunca se queda en uno mismo, sino que lleva a darse a los demás, en caritativo servicio evangelizador.
Sabemos bien que debemos trabajar por cambiar el mundo. Esta tarea, sin embargo, sólo tendrá frutos duraderos si se hace a partir de un compromiso decidido por la santidad personal. Seguramente conocemos muchas personas de bien. Personas que no sólo no le hacen daño a nadie, sino que incluso se embarcan en proyectos positivos y de ayuda social. Hemos escuchado hablar de hombres y mujeres que dan su tiempo y dinero, su preocupación, que orientan sus afanes y esfuerzos en bien de los demás. Ciertamente sus proyectos e iniciativas son loables y de mucho bien en un mundo signado por el egoísmo y la mezquindad. Aun así, con todas las buenas intenciones, todos estos proyectos que nacen de buenos corazones y nobles intereses, si no parten de un radical anhelo por la santidad, no bastan para lograr aquel cambio hoy cada vez más urgente.
¿Por qué sólo los santos?
¿Por qué sólo los santos cambiarán el mundo? En primer lugar, porque quien se esfuerza por ser santo ofrece a un mundo en crisis una respuesta que trasciende cualquier horizonte meramente horizontal: Dios mismo. Es la respuesta que Dios da al mundo, la Buena Nueva que es respuesta plena y auténtica a toda realidad, la que portan los santos. Quien asume con seriedad y madurez su vida cristiana sabe que lo esencial es buscar cumplir el Plan de Dios. Discernir aquello que Dios nos pide y realizarlo «según el máximo de mi capacidad y el máximo de mis posibilidades»[8] es la ruta que recorre quien quiere de verdad ser santo. Por lo tanto, el santo tiene como respuesta al mundo de hoy no un “plan personal” o una respuesta meramente horizontal, sino el propio Plan de Dios, que asume como suyo. ¿Qué mejor manera, entonces, de combatir el mal en el mundo que con el Plan de Dios y las armas que Él pone a nuestra disposición?
Existe también otra razón de mucho peso que nos ilumina en esta reflexión. En una sociedad tan materialista como la nuestra, tan apegada a los resultados visibles y verificables, pensamos a veces que sólo con grandes y aparatosos proyectos podemos cambiar las cosas. Nos olvidamos quizás de aquellas palabras del Salmista: «Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los constructores»[9]. Es la fuerza de Dios la que nos transforma, y la que transforma el mundo. La persona que colabora con la gracia, que vive en tensión de santidad, incluso en el anonimato y en la sencillez de su vida cotidiana, hace de su vida una oblación grata a Dios que hará derramar sobre el mundo un enorme caudal de gracia. ¿Quién puede medir el alcance espiritual y transformador de tantas personas que se santifican en lo cotidiano, y cuyas vidas son auténticas revoluciones de amor que en el silencio cambian el mundo? Quien se santifica, sea a través de grandes obras o en la sencillez de lo ordinario, ayuda a cambiar el mundo de modos insospechados, siendo colaborador humilde del único designio que transforma: el Plan de Dios.
La tarea que se abre ante nosotros es realmente enorme. La sociedad de hoy se aleja de Dios cada vez más, y los retos y obstáculos para el anuncio del Evangelio se multiplican. Para el santo, sin embargo, esto no es ocasión de desaliento ni desánimo. Por el contrario, es motivo de estímulo y de mayor decisión, pues quien se sabe luchando por instaurar en el mundo la civilización del amor sabe que cuenta con la poderosa ayuda de Dios. O, como lo exclamaba San Pablo: «Si Dios está por nosotros ¿Quién contra nosotros?»[10]. La única manera de transformar el mundo es empezando por transformarse uno mismo, empezar por ese camino de conversión que nos lleva a desplegarnos al máximo. Encendiendo en nosotros la llama del amor de Dios no sólo se ilumina nuestro alrededor, sino que se encienden también otras tantas llamas, formando poco a poco un hermoso manto de luces que disipa las tinieblas de la noche. Es así, y sólo así, que lograremos transformar el mundo. Por eso exclamaba el Papa Benedicto XVI a los jóvenes: Los santos «son los verdaderos reformadores (…) Sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo»[11].
Cambiando el mundo de la mano de Santa María
No es esto una invitación a abandonar los grandes proyectos e iniciativas, hoy tan necesarios. Sin embargo, siempre debemos tener presente que en el camino de la santidad y del apostolado somos colaboradores de la misión maternal de Santa María: acercar a todos los hombres al encuentro del Señor Jesús. Caminando de su mano, dejando que Ella nos guíe al encuentro de su Hijo, nuestras vidas no sólo avanzan por el sendero de la propia configuración con Cristo, sino que se vuelven a la vez antorchas que iluminan a quienes nos rodean, y cuyo calor alcanza —por gracia de Dios— lugares que quizás ni nos imaginamos. «Brille así vuestra luz delante de los hombres»[12], nos dice el Señor. Ésa es la verdadera revolución del amor a la que somos llamados, el único ideal por el cual vale la pena vivir, y, en última instancia, la única manera de cambiar el mundo para que éste vuelva a dirigirse a Dios
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CITAS PARA MEDITAR

  • Llamados a ser santos: Lev 11,44; 19,2; 20,7.26; Mt 5,48; 1Pe 1,15-16; Ef 1,4
  • Frutos de nuestra santificación: Sal 1,3; Mc 4,20
  • Seamos luz del mundo: Mt 5,14-16; Mc 4,21; Lc 8,16
  • Llamados a cambiar el mundo: Mt 28,19-20; Mc 16,15
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO
  1. ¿Qué tan consciente eres de la importancia del llamado a ser santos?
  2. ¿Crees que es en verdad posible cambiar el mundo?
  3. ¿Por qué sólo siendo santos podremos cambiar el mundo?
  4. ¿Qué puedes hacer tú para cambiar el mundo?






[1]2Pe 1,1
[2]Jn 14,6
[3]S.S. Benedicto XVI, Angelus, 01/11/2007
[4]Lev 11,45; Mt 5,48
[5]Mt 28,19
[6]Mt 13,45
[7]Lc 11,34
[8]Luis Fernando Figari, Con María en Oración, FE, Lima 1997, p.25
[9]Sal 127,1
[10]Rom 8,31
[11]S.S. Benedicto XVI, Discurso, 20/09/2005
[12]Mt 5,16

jueves, 16 de junio de 2011

LOS JÓVENES DE HOY ANTE LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA VIDA


1. La juventud en un mundo que cambia

1. Gran número de escuelas católicas se encuentran en aquellas partes del mundo donde se producen actualmente profundos cambios de mentalidad y de vida. Se trata de grandes áreas urbanizadas, industrializadas, que progresan en la llamada economía terciaria. Se caracterizan por la amplia disponibilidad de bienes de consumo, múltiples oportunidades de estudio, complejos sistemas de comunicación. Los jóvenes están en contacto con los «mass-media» desde los primeros años de su vida. Escuchan opiniones de todo género. Se les informa precozmente de todo.

2.Por todos los medios posibles, entre ellos la escuela, reciben informaciones muy diversas, sin estar capacitados para ordenarlas sintetizarlas. De hecho no tienen todavía o no siempre, capacidad crítica para distinguir lo que es verdadero y bueno de lo que no lo es, ni siempre disponen de puntos de referencia religiosa y moral, para asumir una postura independiente y recta frente a las mentalidades y a las costumbres dominantes. El perfil de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello ha quedado tan difuso, que los jóvenes no saben qué dirección seguir; y si aún creen en algunos valores, son incapaces de sistematizarlos, inclinándose, con frecuencia, a seguir su propia filosofía a tenor del gusto dominante.
Los cambios no llegan a todas partes del mismo modo ni con el mismo ritmo. En todo caso, a la escuela le toca indagar «in situ» el comportamiento religioso de los jóvenes, para conocer que piensan, como viven, como reaccionan donde los cambios son profundos, donde se están iniciando y donde son rechazados por las culturas locales, pero que igualmente llegan a través de los medios de comunicación, para los que no existen fronteras.

2. La situación juvenil

1. A pesar de la gran diversidad de situaciones ambientales, los jóvenes manifiestan características comunes que merecen la atención de los educadores.
Muchos de ellos viven con gran inestabilidad. Por una parte se encuentran en un mundo unidimensional, en el que sólo cuenta lo que es útil y, sobre todo, lo que ofrece resultados prácticos y técnicos. Por otra, parece que han superado ya esta etapa; de algún modo se constata en todas partes voluntad de salir de ella.

2. Muchos jóvenes viven en un ambiente pobre en relaciones y sufren, por lo tanto, soledad y falta de afecto. Es un fenómeno universal, a pesar de las diferentes condiciones de vida en las situaciones de opresión, en el desarraigo de las «chabolas» y en las f rías viviendas del mundo moderno. Se nota, más que en otros tiempos, el abatimiento de los jóvenes, y esto atestigua sin duda la gran pobreza de relaciones en la familia y en la sociedad.

3. Una gran masa de jóvenes mira con intranquilidad su propio porvenir. Esto es debido a que fácilmente se deslizan hacia la anarquía de valores humanos, erradicados de Dios y convertidos en propiedad exclusiva del hombre. Esta situación crea en ellos cierto temor ligado, evidentemente, a los grandes problemas de nuestro tiempo, tales como: el peligro atómico, el desempleo, el alto porcentaje de separaciones y divorcios, la pobreza, etc. El temor y la inseguridad del porvenir implican, sobre todo, fuerte tendencia a la excesiva concentración en sí mismos y favorecen, al mismo tiempo, en muchas reuniones juveniles la violencia no sólo verbal.

4. No pocos jóvenes, al no saber dar un sentido a su vida, con tal de huir de la soledad, se refugian en el alcohol, la droga, el erotismo, en exóticas experiencias, etc.
La educación cristiana tiene, en este campo, una gran tarea que cumplir con relación a la juventud: ayudarla a dar un significado a la vida.

5. La volubilidad juvenil se acentúa con el paso del tiempo; a sus decisiones les falta firmeza: del «sí» de hoy pasan con suma facilidad al «no» de mañana.
Una vaga generosidad, en fin, caracteriza a muchos jóvenes. Surgen movimientos animados de gran entusiasmo, pero no siempre ordenados según una óptica bien definida, ni iluminados desde el interior. Es importante, pues, aprovechar esas energías potenciales y orientarlas oportunamente con la luz de la fe.

6. En alguna región, una encuesta particular podría referirse al fenómeno del alejamiento de la fe de muchos jóvenes. El fenómeno comienza frecuentemente por el gradual abandono de la práctica religiosa. Con el tiempo nace una hostilidad hacia las instituciones eclesiásticas y una crisis de aceptación de la fe y de los valores morales a ella vinculados, especialmente en aquellos países donde la educación general es laica o francamente atea. Este fenómeno parece darse más a menudo en zonas de fuerte desarrollo económico y de rápidos cambios culturales y sociales. Sin embargo, no es un fenómeno reciente. Habiéndose dado en los padres, pasa a las nuevas generaciones. No es ya crisis personal, sino crisis religiosa de una civilización. Se ha hablado de «ruptura entre Evangelio y Cultura»

7. El alejamiento toma, a menudo, aspecto de total indiferencia religiosa. Los expertos se preguntan si ciertos comportamientos juveniles no pueden interpretarse como sustitutivos para rellenar el vacío religioso: culto pagano al cuerpo, evasión en la droga, gigantescos «ritos de masas» que pueden desembocar en formas de fanatismo o de alienación.

8. Los educadores no deben limitarse a observar los fenómenos, sino que deben buscar sus causas. Quizá haya carencias en el punto de partida, es decir, en el ambiente familiar. Tal vez es insuficiente la propuesta de la comunidad eclesial. La formación cristiana de la infancia y de la primera adolescencia no siempre resiste los choques del ambiente. Quizá deba buscarse la causa, alguna vez, en la propia escuela católica.

9. Existen numerosos síntomas positivos y muy prometedores. En una escuela católica, como en cualquier otra escuela, se pueden encontrar jóvenes ejemplares por su comportamiento religioso, moral y escolar. Analizando las causas de esta ejemplaridad, a menudo aparece un óptimo ambiente familiar ayudado por la comunidad eclesial y por la misma escuela. Un conjunto de condiciones abierto a la acción interior de la gracia.

Hay jóvenes que, buscando una religiosidad más consciente, se preguntan por el sentido de la vida y encuentran en el Evangelio la respuesta a sus inquietudes. Otros, superando las crisis de indiferencia y duda, se acercan o retornan a la vida cristiana. Estas realidades positivas son motivo para esperar que la religiosidad de la juventud puede crecer en extensión y profundidad.

10. Pero hay también, jóvenes para los que su permanencia en la escuela católica influye poco en su vida religiosa; adoptan actitudes no positivas frente a las principales experiencias de las prácticas cristianas; oración, participación en la Santa Misa, frecuencia de sacramentos; o adoptan alguna forma de rechazo, sobre todo, respecto a la religión de la Iglesia.

Podríamos tener escuelas irreprochables en el aspecto didáctico, pero que son defectuosas en su testimonio y en la exposición clara de los auténticos valores. En estos casos es evidente, desde el punto de vista pedagógico-pastoral, la necesidad de revisar no sólo la metodología y los contenidos educativos religiosos, sino también el proyecto global en el que se desarrolla todo el proceso educativo de los alumnos.

11. Se debería conocer mejor la naturaleza de la demanda religiosa juvenil. No pocos se preguntan para qué vale tanta ciencia y tecnología, si todo puede acabar en una hecatombe nuclear; reflexionan sobre la civilización que ha inundado el mundo de «cosas», incluso bellas y útiles, y se preguntan si el fin del hombre consiste en tener muchas «cosas» y no en algo distinto que vale mucho más; y quedan desconcertados por la injusticia de que haya pueblos libres y ricos y pueblos pobres y sin libertad.

12. En muchos jóvenes, la posición crítica frente al mundo, llega a ser demanda crítica ante la religión para saber si ella puede responder a los problemas de la humanidad. En muchos, hay una exigencia de profundización en la fe y de vivir con coherencia. A ella se añade otra de compromiso responsable en la acción.

Los observadores valorarán el fenómeno de los grupos juveniles y de los movimientos de espiritualidad, apostolado y servicio. Señal de que los jóvenes no se contentan con palabras, sino que quieren hacer algo que valga para sí mismos y para los demás.

13. La escuela católica acoge a millones de jóvenes de todo el mundo,(12) hijos de su estirpe, de su nación, de sus tradiciones, de sus familias y, también, hijos de nuestro condiciones a las tiempo. Cada uno lleva en sí mismo las huellas de su origen y los rasgos de su individualidad. Esta escuela no se limita a impartir lecciones, sino que desarrolla un proyecto educativo iluminado por el mensaje evangélico y atento a las necesidades de los jóvenes de hoy. El conocimiento exacto de la realidad sugiere las mejores actuaciones educativas.
. Según los casos, hay que volver a empezar desde los fundamentos, integrar aquello que los alumnos han asimilado, dar respuesta a las cuestiones que surgen en su espíritu curioso y crítico, destruir el muro de la indiferencia, ayudar a los ya bien educados a llegar a un «camino mejor» y darles una ciencia unida a la sabiduría cristiana. Las formas y el avance gradual en el desarrollo del proyecto educativo están, pues, condicionados y guiados por el nivel de conocimiento de las situaciones personales de los alumnos.

Encuentro con el Señor Jesus en Pentecostés

"El Espíritu es el único que puede ayudar a las personas y a las comunidades a liberarse de los viejos y  nuevos determinismos, guiándolos con la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús".
(Juan Pablo II)


"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.  Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos.  Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.  Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo.  Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.  Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos?  ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua?  Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor,  en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma,  judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios". 
(Hechos 2,1-11.)

¿Qué es Pentecostés?
Jesús había establecido los fundamentos de la Iglesia en el curso de su vida apostólica, y le había comunicado sus poderes después de resucitar. Pero el Espíritu Santo debía completar la formación de los apóstoles y revestirlos de la Fuerza de lo Alto. Al reino visible de Cristo sucedía el reino invisible del Espíritu Santo, que venía a terminar y pulir la obra ya admirable de Jesús, "a renovar, la faz de la tierra".
 
Pentecostés celebra la primera manifestación del Espíritu Santo a los discípulos de Jesucristo.
Jesús había anunciado a sus discípulos la llegada del Espíritu Paráclito. Se apodera del Cenáculo el Espíritu Santo, y un viento huracanado que de repente sopla en torno y la aparición de lenguas de fuego en el interior, el gozo y la pérdida de temor, son las señales maravillosas de Su presencia.
 

A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo. Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.

El don del Espíritu Santo es el que:
  • nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;
  • nos permite conocerlo y amarlo; hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios.

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu.  

Estos dones son:
  1. Don de Ciencia: es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
  2. Don de consejo: saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
  3. Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
  4. Don de Inteligencia: es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.
  5. Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
  6. Don de Sabiduría: es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
  7. Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.
Por otro lado, los frutos del Espíritu Santo son:
  1. Caridad.
  2. Gozo.
  3. Paz.
  4. Paciencia.
  5. Longanimidad.
  6. Bondad.
  7. Benignidad.
  8. Mansedumbre.
  9. Fe.
  10. Modestia.
  11. Continencia.
  12. Castidad. 

 Meditemos...

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo.
Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.

El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma. Esforcémonos pues por vivir en plena comunión con Dios desplegando los dones que el Espíritu Santo nos otorgó, para así ayudar a nuestros hermanos en la fe a que cada día más se acerquen a Dios y así podamos combatir juntos en el camino de la Santidad.


miércoles, 11 de mayo de 2011

Encuentro con el Señor Jesus en Pascua

Lc 24, 13-35
<< “Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.
Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
El les dijo: « ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
Se dijeron uno a otro: « ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.” >>





Meditemos...

1.-Muy sintomático es este ejemplo que los discípulos de Emaús nos ofrecen a todos los cristianos. Del todo a la nada casi de inmediato.
Como viene a ser normal, y lógico, la naturaleza del hombre le lleva, nos lleva, a huir del peligro y a no afrontarlo. Cleofás y su compañero huyen, tratan de evitar, quizá, una persecución que acabara con sus vidas como acababa de ocurrir con la de su Señor. Pero, lo que no sabían era que, en ese camino de regreso al pasado, que viene a ser este ir a Emaús, huyendo de la bondad y refugiándose en el anonimato, volverían a encontrarse con su misma vida. Y así fue.
El caso es que estos dos seguidores de Cristo iban discutiendo por el camino. Seguramente irían debatiendo sobre qué había pasado y,
sobre todo, qué iba a pasar a partir de ese momento, si lo que aconteció en Jerusalem tenía sentido para ellos y cuál debería ser al interpretación que debían darle. Imagino que sería una discusión apasionada, por el tema de se que trataba, y contenida, en gestos, por miedo a ser descubiertos. Llevaban, dice el texto, un aire entristecido, o, lo que es lo mismo, podemos constatar que estaban afectados por la muerte de Jesús y que eso les llevaba a esa situación de perplejidad en la que se encontraban.
En esto que la voz de alguien, a quien no reconocieron, les saca de su acaloramiento hablador. Era importante, pienso yo, el que no supieron, en un principio quien era para, luego, reconocerlo en el gesto de partir el pan, símbolo primordial en la predicación de Jesús.

2.-La conversación que tiene lugar entre un desconocido, para ellos, Jesús, y los de Emaús, es clara expresión de la relación que muchas veces, puede tenerse con Dios y, entre nosotros, con su Hijo. Cleofás y su acompañante, a pesar de sus dudas, plantean a Jesús una pregunta que, más bien, se la podían haber planteado a ellos mismos. Parece que ellos no habían llegado a comprender muy bien al Mesías y a su mensaje. A pesar de todo lo sucedido, y sobre lo que inquieren a Jesús, se les ha olvidado, lo esencial, muy pronto: tres días después de la muerte física de Jesús ya corren a esconderse y eso que pensaban que era que les traía la salvación, pero no un tipo de salvación como la que ellos querían, sino una salvación espiritual. Ellos deseaban, como otros tantos judíos, un levantamiento de la población bajo los mandos del Enviado, que sería, así, un caudillo militar que arrasara el invasor. Lo que pretendían era la llegada de un Reino nuevo, pero sustentado en el viejo, en el antiguo de Israel.
Sin embargo, aún les quedaba algo de esperanza; no había, por así decirlo, muerto el recuerdo de Jesús. Unas mujeres de las suyas, de sus seguidoras se entiende, decían haber visto el sepulcro vacío a unos ángeles que les habían hablado. Y para confirmarlo, como si pensaran que las mujeres, llevadas por su mayor sensibilidad, habían tenido visiones, unos hombres, algunos de los nuestros, dice el texto, se habían acercado para comprobar que era cierto lo que decían aquellas seguidoras de Cristo. Aquí también podemos apreciar bastante desconfianza propia, por otra parte, de la concepción que,
aquella época, se tenía de la mujer. Y Jesús también rompe con esto, con esto también.
Y es que cuando Jesús ha de intervenir, forzado por la situación pues veía que sus discípulos se perdían en los aledaños de la fe, es cuando, haciendo uso de sus conocimientos de las Sagradas Escrituras, les de pruebas inequívocas de que lo que le había sucedido, sin aún decir que era Él, ya estaba escrito. Desde Moisés, pasando por todos los profetas (bien seguro que también Isaías), les relata pasajes en los que se habla del Mesías, el Enviado que tenía que venir, sufrir, entregarse y morir para que el perdón de los pecados se hiciera efectivo, real, cierto.
Ante esto, estos discípulos de Emaús comienzan a reencontrarse con la figura presente de Jesús, y con ese quédate con nosotros, síntoma de que su presencia les era agradable y que su conversión volvía a tomar forma, empieza a abrírseles los ojos.

3.- Como les había dicho en la última cena, el pan, su cuerpo, entregado por todos, fue el instrumento del cual se sirvió para que aquellos discípulos, duros de corazón, le reconociesen y, abriendo los ojos del alma se diesen cuenta, en ese mismo momento, que cuando les hablaba de los profetas algo les decía que aquello que, aquel desconocido, les decía les remitía a Él mismo. Y que aún no habían descubierto, dentro de ellos, que ese arder del corazón tenía una razón exacta.
Y entonces, se ven en la imperiosa necesidad de contar de comunicar lo sucedido, retornar a la fe que tenían y volver a Jerusalem. Han perdido el miedo, y quieren hacérselo saber a los suyos.
Por su parte, los otros discípulos, los apóstoles más los que les acompañaban, les confirma que estaban en lo cierto: Jesús había resucitado, como dijo, que la aparición a las mujeres era cierta porque, para confirmar su retorno, también se había aparecido a Simón, que su esperanza no estaba rota sino que permanecía incólume, totalmente vigorosa, preparada para ser anunciada.
Los de Emaús, por su parte, les hacen partícipes del descubrimiento que hacen, de la apertura de sus ojos, que estaban retenidos, de que,
al partir el pan, signo inequívoco de quien lo hacía, habían reconocido las manos, el rostro, la mirada del Maestro. Así, alegres por eso vieron como, en ese mismo instante, una vez se les rebeló la Verdad, Jesús desaparecía, había cumplido su misión. Y eso es lo que les transmitían, para hacerles ver que, desde ese momento, Jesús sería, para todo el mundo, en una universalidad comprensible, la Palabra de Dios viviente en nuestros corazones y que, en la Eucaristía, su presencia es, siempre, real.

martes, 19 de abril de 2011

Encuentro con el Señor Jesús defendiendo la vida

Hay muchos argumentos que se han difundido insistentemente, especialmente en aquellos países donde, con cualquier motivo, intentan buscar la legalización del aborto o ampliarlo allí donde ya se ha legalizado alguna de sus formas.

Es inhumano no legalizar el "aborto terapéutico" que debería realizarse cuando el embarazo pone a la mujer en peligro de muerte o de un mal grave y permanente 



La Verdad:
En este caso el término "terapéutico" es utilizado con el fin de confundir. "terapia" significa curar y en este caso el aborto no cura nada. Actualmente, la ciencia médica garantiza que prácticamente no hay circunstancias en la cual se deba optar ente la vida de la madre o la del hijo. Ese conflicto pertence a la historia de la obstetricia. Ya en 1951, el Congreso de Cirujanos del American College dijo que "todo el que hace un aborto terapéutico o ignora los métodos modernos para tratar las complicaciones de un embarazo o no quiere tomarse el tiempo para usarlos" . El temido caso de los embarazos "ectópicos" o que progresan fuera del útero materno están siendo manejados médicamente cada vez con mayor facilidad. por otro lado, el código de ética médica señala que en el caso de complicaciones en el embarazo deben hacerse los esfuerzos proporcionados para salvar a madre e hijo y nunca tener como salida la muerte premeditada de uno de ellos.

Es brutal e inhumano permitir que una mujer tenga el hijo producto de una violación, por ello, para estos casos, debería legalizarse el aborto llamado "sentimental".


La Verdad: En primer lugar los embarazos que siguen a una violación son extremadamente raros. En Estados Unidos, por ejemplo, la violación es un serio problema, aproximadamente 78,000 casos fueron reportados en el año 1982. Esta cifra es más importante si se tiene en cuenta, que del 40% al 80% de las violaciones no se denuncian.

En estos casos los embarazos son extraordinariamente raros, por varias causas. Por ejemplo, las disfunciones sexuales en los violadores, cuya tasa es extremadamente alta. En tres estudios se ha constatado que el 39, el 48 y el 54% de las mujeres víctimas del ataque no habían quedado expuestas al esperma durante la violación.

En otro estudio se comprobó que el 51% de los violadores experimentaron disfunciones que no les permitieron terminar el acto sexual. Otra causa por la que son extremadamente raros los embarazos por violación: la total o temporal infertilidad de la víctima. La víctima puede ser naturalmente estéril; puede ser muy joven o muy vieja, puede estar ya embarazada o puede haber otras razones naturales.

El 43% de las víctimas se encontraba en estas categorías. La víctima puede estar tomando anticonceptivos, tener un DIU o ligadura de trompas, el 20% se situaba en esta categoría. Así, sólo una minoría de las víctimas tienen un potencial de fertilidad.Además de la infertilidad natural, algunas víctimas están protegidas del embarazo por lo que se ha llamado stress de infertilidad; una forma de infertilidad temporal como reacción al stress extremo.
El ciclo menstrual, controlado por hormonas, es fácilmente distorcionado por un stress emocional y puede actuar demorando la ovulación; o si la mujer ya ha ovulado la menstruación puede ocurrir prematuramente.Un estudio determinó que se registraron solamente el 0.6% de embarazos en 2190 víctimas de violación.

En una serie de 3,500 casos de violación en 10 años en el Hospital San Pablo de Minneapolis, no hubo un solo caso de embarazos puede ocurrir.Procurar una legislación en base a una excepción en vez de una regla es totalmente irracional desde el punto de vista jurídico. Es obvio que el espantoso crimen de la violación es utilizado para sensibilizar al público en favor del aborto, al presentar al fruto inocente de una posible concepción brutal como un agresor. Es claro que la mujer ha sufrido una primera espantosa agresión, la de la violación. Presentar el aborto como una "solución" es decir que un veneno hay que combatirlo aplicando otro.

El aborto no va a quitar ningún dolor físico o psicológico producido en una violación. Al contrario, le va a agregar las complicaciones físicas y psíquicas que ya el aborto tiene de por sí.Por otro lado, el fruto de este acto violento es un niño inocente, que no carga para nada con la brutal decisión de su padre genético. Por otro lado, los legisladores más expertos señalan que legalizar el aborto "sentimental" es abrirle la puerta a serias complicaciones jurídicas: prácticamente cualquier unión, incluso consensual, podría ser presentada como contraria a la voluntad de la mujer y, por tanto, una violación. Finalmente, el argumento más importante, es que el aborto por violación no es siquiera aceptado por sus verdaderas víctimas, las mujeres violadas. Pueden leerse estos duros pero reveladores testimonios.

Es necesario eliminar a un niño con deficiencias porque él sufrirá mucho y le ocasionará sufrimientos y gastos a los padres.




La Verdad:
Este principio, conocido como "aborto eugenésico" se basa en el falso postulado de que "los lindos y sanos" son quienes deben establecer el criterio de valor de cuándo una vida vale o no. Con ese criterio, tendríamos motivo suficiente para matar a los minusválidos ya nacidos.

Por otro lado, científicamente, las pruebas prenatales no tienen seguridad del 100% para determinar malformaciones o defectos. Por ejemplo, en el caso de la rubeola, revisando 15 estudios de importancia, se encontró que sólo el 16.5% de los bebitos tendrían defectos. Quiere decir que el aborto por causa de la rubeola matará a 5 criaturas perfectamente sanas por cada bebé afectado.

Por último, ¿Quién puede afirmar que los minusválidos no desean vivir? Una de las manifestaciones contra el aborto más impresionantes en el estado norteamericano de California fue la realizada por un numeroso grupo de minusválidos reunidos bajo un gran cartel: "Gracias mamá porque no me abortaste".

El Dr. Paul Cameron ha demostrado ante la Academia de Psicólogos Americanos que ho hay diferencia entre las personas normales y anormales en lo que concierne a satisfacción de la vida, actitud hacia el futuro y vulnerabilidad a la frustración. "Decir que estos niños disfrutarían menos de la vida es una opinión que carece de apoyo empírico teórico", dice el experto. Incluso son numerosos los testimonios de los padres de niños disminuidos física o mentalmente que manifiestan el amor y la alegría que esos hijos les han prodigado.




http://www.youtube.com/watch?v=X_XW6Y-K3QE
http://www.youtube.com/watch?v=Asm-Ecni2UQ
http://www.youtube.com/watch?v=MiSJxyjmIss&feature=related


Encuentro con el Señor Jesús en Semana Santa en Familia

"Si algo he aprendido en mis tres años de ser una mamá católica es que la batalla de mantener el balance entre los aspectos religiosos y seculares de una celebración no son tan fáciles de llevar. Y, no es fácil, porque las celebraciones seculares casi siempre son más atractivas que su contraparte religiosa".

La Pascua no es la excepción. Como católicos que somos, la Pascua es la celebración litúrgica más importante del año. Es un día en que reafirmamos nuestra fe en la Resurrección de Cristo entre los muertos. Pero, para la mayoría de los chicos, es el día en que el conejo de Pascua les trae una canasta llena de dulces y regalos. Les garantizo que si ustedes le preguntan a cualquiera de sus hijos menores de 10 años que escojan entre ir a Misa para celebrar la Resurrección de Cristo o participar de una fiesta con conejo pascual incluido de seguro este gracioso animal ganaría. 

El hecho es que, he descubierto que si me esfuerzo al máximo, siempre hay maneras de encontrar conexiones entre la religión y las tradiciones seculares. El como lo hacemos es nuestro desafío como padres, abuelos, tíos, tías y padrinos católicos que somos.




Por ejemplo, mientras a tus niños les encanta la cacería de los huevos de pascua por la casa,
(así se ganarían los premios escondidos dentro), 
les puedes explicar que la costumbre de los huevos de pascua tiene un origen cristiano y que simboliza a Cristo: así como el huevo oculta una vida que brotará, la tumba  de Jesús también oculta su futura resurrección. También, que el anhelado conejo de Pascua es un símbolo cristiano de la Resurrección. Su uso se remonta a antiguos predicadores del norte europeo que veían en la liebre un símbolo de la Ascensión de Jesús y de cómo debe vivir el cristiano: las fuertes patas trasera de la liebre le permiten ir siempre hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso. Estas pequeñas explicaciones -que se las puedes decir a manera de historias- pueden abrir la puerta para una discusión entretenida sobre el bautismo, la resurrección de Cristo, etc.

Aún si el niño es muy pequeño para entender lo que el Sacramento del Bautismo, por ejemplo, verdaderamente significa, es bueno ir introduciéndolos sobre este tipo de temas de una forma sencilla y entretenida. Por ejemplo, cuando tu hijo abra su libro de fotos y observe las fotos de su bautismo, junto con tu esposo pueden ir contándole que esas fotografías fueron tomadas el día en que ella entró a formar parte de la familia de la Iglesia. Tales argumentos, por lo menos, hacen que los hijos sean consciente de este sacramento y de lo que significa. 

Explicando temas difíciles

Parte del desafío de hacer participar a nuestros hijos en las celebraciones religiosas es que la mayoría de las fiestas de la Iglesia son para adultos en naturaleza y contenido.
Por ejemplo, algunos años atrás, leí un libro sobre la Semana Santa y la Pascua a mi sobrina de cuatro años, Samanta. Luego de semanas de leer el libro, Samanta le hizo preguntas a su mamá -que sólo podría hacerlas niñas de cuatro años- acerca de lo injusto que había sido el arresto y la crucifixión de Jesús y como él se las "ingenió" para resucitar entre los muertos después de tres días.
En vez de apartar su atención de estos temas, mi hermana aprovechó la oportunidad de responder, de una forma creativa, las preguntas de Samanta a la luz del Evangelio.
Los muchos símbolos e historias que acompañan la Semana Santa y la Pascua provee numerosas oportunidades para comprometer a los chicos y enseñarles más acerca de la fe. En esta Pascua busca oportunidades para hacer conexión entre las tradiciones festivas seculares y las cristianas. Oportunidades hay, tu deberás aprender algo nuevo en el proceso.
Si no estás segura cuales son esas conexiones, debes visitar una librería local con libros para la Pascua y sus tradiciones o buscarlas en la web. Tu parroquia también debe tener recursos disponibles. 

Los mayorcitos de la casa

¿Cómo hacer que los adolescentes se involucren en la Pascua? En esta etapa difícil y rebelde de todo ser humano, toma un poco más de esfuerzo hacer que ellos se involucren ya que por lo general los chicos aprovechan estas fiestas para pasar más tiempo con sus amigos en lugares de diversión o simplemente optan por estar fuera de casa. Por ello, conviene apoyarse en los grupos juveniles que existen en las parroquias o en los propios colegios. Casi siempre, durante los oficios de Viernes Santo, los pasajes del Evangelio sobre la Pasión de Cristo, su muerte y Resurrección son leídas o interpretadas en alguna obra teatral.
Estas obras a menudos son interpretadas en la Cuaresma y Pascua. Se sugiere que el grupo juvenil o grupo de amigos -con la guía de un párroco o liturgista- protagonicen la obra de la Pasión para la comunidad parroquial o escolar.

martes, 5 de abril de 2011

Encuestro con el Señor Jesús en "Cuaresma"

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. 

La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos, día que se inicia la Semana Santa. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. 

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. 

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.


«La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, 
es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, 
con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas
para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial,
asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia 
el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica 
su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia
del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor.» 
«El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento
en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: 
al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es 
el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando 
renacimos "del agua y del Espíritu Santo", y confirmamos de 
nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción 
de la Gracia para ser sus discípulos.» 

Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2011


Cómo vivir la Cuaresma 

1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo. 

2. Luchando por cambiar.

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir. 

3. Haciendo sacrificios.

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio. 

4. Haciendo oración.

Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.


!!A vivir, pues, comprometidos y coherentes con lo que el Señor Jesús nos pide, para que así podamos preparar nuestro corazón para celebrar con El su resurrección!!

 

Encuentro con el Señor Jesús

Este blog pretende ayudar a  formar espiritualmente a los estudiantes, para que vivan coherentes a lo que el Señor Jesús les pida. 
 

Acogiendo la gracia de Dios, en una respuesta libre y activa para que cada quien coopere con el Amor. 
De tal forma, cada cual se deja conformar con el Señor Jesús, y de esa manera se encamina a la plena participación en la Comunión Divina. Es este proceso de conformación 
el que nos conduce a la santidad. Quien vive en comunión con el Señor y en fidelidad al divino Plan se siente movido a testimoniar y anunciar la fe en el Señor Jesús. De esta forma, toda la vidase va configurando en un servicio que brota del corazón convertido y se plasma en acciones concretas de amor a Dios y de fraterna solicitud por los hermanos, especialmente porquienes están en necesidad.